«Remember McCarthy»
Joseph Mc Carthy (1908-1957), senador histérico, neofascista y alcohólico, resucitado por Bush. «Remember McCarthy» por Jorge Gómez Barata *, Altercom*
Tal vez haya norteamericanos que no recuerdan cuando cierta camarilla reaccionaria intentó reordenar su país desde la derecha y, en nombre de la seguridad de América, cercenaron la prerrogativa más querida por todos los hombres libres: el derecho a pensar diferente .
En la década de los cincuenta del siglo XX, el pueblo norteamericano, que junto con británicos, soviéticos y el resto de los aliados había derrotado al fascismo, fue sometido a una abrumadora ofensiva de virtual terrorismo ideológico, fue la época del McCarthismo.
El McCarthismo que comenzó siendo el componente ideológico de la llamada «Doctrina Truman», término por constituir una cruzada para represar la evolución del pensamiento liberal, progresista y de izquierda, haciendo peligrar libertades básicas, asentadas en la doctrina jurídica vigente en los Estados Unidos desde los días de la independencia.
La constitución del Campo Socialista, la explosión nuclear soviética y la constitución de la Republica Popular China en 1949, así como la Guerra de Corea en 1950, fueron hechos utilizados para echar leña al fuego de la histeria anticomunista e incentivar la «cacería de brujas».
Como hoy intentan ser las Comisiones Militares, el instrumento ejecutivo del McCarthismo fue el Comité de Actividades Antiamericanas que, al margen del Derecho y de la tradición judicial norteamericana, se constituyó en un virtual tribunal inquisidor.
Víctimas del Comité de Actividades Antiamericanas, fueron los simpatizantes del partido comunista, los activistas sindicales, los intelectuales, profesores, periodistas y artistas progresistas, liberales o de izquierda. Para asegurar la pureza de la estructura de poder, McCarthy investigó a los trabajadores de las industrias de armamento y nucleares, así como a relevantes intelectuales, entre otros: Charles Chaplin, Arthur Miller, Bertold Brecht, Thomas Mann, John Garfield, Orson Welles e incluso Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica norteamericana.
Por insólito que parezca, los militares norteamericanos que habían estado prisioneros durante la guerra y compartieron el cautiverio con ciudadanos soviéticos, fueron considerados contaminados e investigados, en el mismo caso estaban las personas que hubieran viajado a cualquier país detrás de la «cortina de hierro», incluso europeos, que había emigrado a Estados Unidos huyendo del fascismo o del comunismo. La principal fuente de información del Comité eran los delatores.
Cuando en su delirio McCarthy intentó investigar a la CIA y el ejército, así como trasmitir las sesiones del Comité por televisión, el presidente Eisenhower consideró colmada la copa y encabezó la cruzada contra el temible senador, a lo que se sumó el Congreso, la diplomacia, el servicio secreto, la prensa, la intelectualidad y la opinión pública.
En 1954 el Comité fue disuelto y McCarthy olvidado, hasta ahora que Bush lo revive.
La aprobación de la ley de Comisiones Militares me ha hecho recordar este triste episodio y desear que sea buena la afirmación de que: «Segundas partes, nunca fueron buenas».
Jorge Gómez Barata
Profesor universitario, investigador y periodista cubano, autor de numerosos estudios sobre EE UU.
Altercom
Agencia de Prensa de Ecuador. Comunicación para la Libertad.
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